«Para mí la lectura es una compañía para casi todo: me acompaña en el descanso, en mi docencia, en mi investigación, y en mi vida espiritual.»

Rosalía Baena Molina (Puente Genil, Córdoba) es profesora titular de Filología Inglesa.

Doctora por la Universidad de Salamanca. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Toronto, la Universidad de British Columbia (Vancouver), Hofstra University (Nueva York) y en Boston College. Investiga en cuestiones de identidad cultural en narrativa contemporánea en lengua inglesa, así como en el impacto emocional y ético de la literatura.

En la Universidad ha sido directora del Consejo de Humanidades, directora del departamento de Filología y decana de la facultad de Filosofía y Letras desde 2012 hasta 2020. Actualmente es la Vicerrectora de estudiantes.


¿Con qué libros comenzó su experiencia lectora?

No sé cómo empecé exactamente, pero sí recuerdo que me encantaban las famosas aventuras de Los cinco y de Los siete secretos; creo que Enyd Blyton ha sido una de las mayores promotoras del gusto por la lectura de muchas generaciones. También tengo un grato recuerdo de Celia en el colegio de Elena Fortún, un libro sobre las experiencias de una niña muy traviesa en un internado en España.

¿A quién le debe su afición lectora?

Como la mayoría de los niños, se lo debo a mis padres que siempre fomentaron esta afición. Sin embargo, fue en mi época universitaria cuando leer se convirtió en una necesidad más vital. La posibilidad de compartir lo leído con otros universitarios me abrió muchos horizontes.

¿Qué géneros literarios le gustan más?

Depende del momento, pero la narrativa y el ensayo son los géneros que más frecuento. A la poesía suelo recurrir con menos frecuencia y el drama es sin duda mi asignatura pendiente.

¿Qué supone la lectura para usted?

Es difícil resumirlo, pero se podría decir que para mí la lectura es una compañía para casi todo: me acompaña en el descanso, en mi docencia, en mi investigación, y en mi vida espiritual. Por decirlo de algún modo, es una mediación necesaria con el mundo y los demás.

¿Recuerda algún libro de los que haya leído que le haya dejado un poso imborrable y por qué?

Uno de los libros que más me impactó en mi infancia fue la autobiografía de Helen Keller (La historia de mi vida, 1903). Por un lado, me impresionó conocer cómo una persona sordomuda y ciega pudo aprender a conectar con el mundo a través del tacto, y llegar a ser una escritora e intelectual de prestigio. Y por otro lado, siempre he recordado cómo todo esto fue posible por la constancia de una profesora, Ana Sullivan, que dedicó su vida a este empeño.

Es una de las profesoras de la asignatura Grandes Libros que se basa en la discusión y coloquio a partir de la lectura de Grandes Libros del pensamiento, la literatura y la historia ¿con qué objetivo elige las lecturas que tratáis dentro de ella?

Las obras de mis asignaturas siempre cumplen varios requisitos: suelen ser clásicos (han resistido el paso del tiempo), me apasionan, los conozco muy bien, considero que son asequibles a mis estudiantes, y creo que podrán tener un impacto óptimo en ellos, tanto a nivel emocional, como ético y estético.

¿Qué (tres o cuatro) características tiene que tener un buen libro para serlo?

Una buena obra literaria siempre tiene una fusión muy buena entre forma y fondo, es decir, que todos los elementos formales refuerzan un contenido, un conocimiento que no podría adquirirse de otro modo; algunos lo llaman conocimiento experiencial, y otros un modo de comunicación misteriosa. En cualquier caso, una buena obra literaria siempre aporta algo único. No podría concretar más porque cada obra es un mundo, e impacta de un modo diferente. No es previsible.

Vivimos una época donde se dice que los jóvenes leen poco. ¿Cómo cree que se podría mitigar este hecho desde la Universidad?

Creo que de hecho ya se está haciendo de muchos modos: desde las asignaturas del Core Curriculum, los alumnos tienen que leer en mayor o menor medida; desde la Biblioteca, una de las principales promotoras de la lectura, con distintas actividades como este blog o los expositores temáticos mensuales (cada vez que paso por ahí me dan unas ganas casi irresistibles de sentarme a leer); desde el mentoring, donde los profesores comparten con entusiasmo sus libros preferidos; o desde algunos Colegios Mayores que cuentan con buenas bibliotecas y muchos lectores también entusiastas. Sin embargo, creo que se podría hacer más en el ámbito informal mediante iniciativas de los propios estudiantes. Son ellos los que pueden seguir contagiando su pasión por la lectura, pues creo que no hay otro modo de hacerlo.

¿Cómo le explicaría a un alumno recién llegado la importancia de la Biblioteca en sus estudios? ¿Por qué la lectura juega un papel tan arquitectónico en la formación de un buen universitario?

Le explicaría que en la universidad no es posible el aprendizaje a largo plazo sin una afición real a la lectura. La actitud reflexiva y analítica que proporciona la lectura no se consigue de ningún otro modo. Su ventana al conocimiento pasa por un nivel de lectura mínimo. También le contaría que tiene la gran suerte de tener todos los libros que puede necesitar en la Biblioteca, un lugar donde encontrará la paz y los medios necesarios para su desarrollo intelectual.

Para terminar, tres deseos: uno para este curso que empieza, otro para los lectores y otro para este blog.

Un deseo para este curso es que todos los estudiantes que no leen habitualmente encuentren el género que mejor se adapte a sus intereses, y aquellos libros con los que puedan empezar a disfrutar.

Un deseo para los lectores es que aprovechen los increíbles recursos que tiene la Biblioteca de la Universidad de Navarra.

Un deseo para “Leyendo se entiende la gente” es que tenga una gran difusión entre los nuevos alumnos por el gran bien que les puede hacer.

Muchas gracias Rosalía por tus deseos y por compartir con nosotros tu afición lectora.