Asunción Maestro Pegenaute (Falces, 1960) licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Zaragoza y licenciada en Documentación por la Universidad Carlos III de Madrid. Ha trabajado en la Red de Bibliotecas Públicas de Navarra desde 1984, primero en una biblioteca pública y, más tarde, organizando la puesta en marcha de un bibliobús y realizando tareas de promoción de la lectura, gestión bibliotecaria y servicios informáticos. Entre 1996 y 2000 fue jefa del Negociado de la Red de Bibliotecas Públicas y desde 2015 es directora del Servicio de Bibliotecas del Gobierno de Navarra.
- ¿Con qué libros comenzó tu experiencia lectora?
Antes que los libros, si evoco la lectura en mi infancia, recuerdo la voz de mi abuela y las historias que se inventaba; aún resuena en el eco de mi niñez las aventuras de un conejo que ella fabricaba con un pañuelo y que hacía saltar por su brazo. Fui lectora voraz de las aventuras de Los Cinco de Enid Blyton y sin duda mi heroína era Jorge (aunque se llamara Jorgina); y tenía muchos títulos de la colección Historias Selección de la editorial Bruguera, adaptaciones de obras clásicas que aunaban el texto y la historieta, recuerdo cuanto lloré con Fray Escoba.
- ¿Qué supone la lectura para ti?
La lectura es como el aire, imprescindible para la respiración de nuestro intelecto, pensamiento y emociones. De manera menos metafórica, es una herramienta necesaria para la comprensión y la reflexión. Un vehículo de conexión, de emoción, de experiencia.
Pero la lectura es poliédrica, también en sus códigos textuales o visuales, y ese aire que circula por sus diferentes caras no es el mismo en lecturas profesionales, aquí me aporta aprendizaje, visiones y opiniones diferentes, que en lecturas vivenciales aquellas que, desde la imaginación o la realidad, nos construyen, nos transforman y nos forman.
- ¿Cuál es tu libro favorito y por qué?
Elecciones tan concretas en un ámbito tan amplio, son imposibles. Yo no tengo un solo título favorito, porque además hay libros que tienen su tiempo, aunque algunos permanecen siempre. Hay libros que me han marcado profesionalmente desde ámbitos tan dispares, como La lectura pública en España y el Plan de Bibliotecas de María Moliner de Pilar Faus Sevilla o El secuestro de la bibliotecaria de Margaret Mahy; atesoro poetas de cabecera como Gloria Fuertes o Mario Benedetti; me gustan las greguerías y haikus por cómo conjugan la esencia de palabras y significados; leo y releo títulos imprescindibles como El infinito en un junco de Irene Vallejo y siempre disfruto con la literatura infantil.
Pero si tuviese que destacar un libro esencial y vital porque llego a mis manos cuando lo necesitaba y su lectura (y su autora) aliviaron mis vivencias y emociones es La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero.
- ¿Cómo ha sido la actividad bibliotecaria y la relación con los usuarios en pandemia y cómo está siendo la vuelta a la vida ordinaria?
Yo diría que esta pandemia está siendo una situación –lamentable en todos sus ámbitos- en el que las bibliotecas han mostrado su poder de adaptación, capacidad de aprendizaje y su compromiso en la prestación de servicios. Casi sin pensarlo, y en la primera semana de confinamiento, las bibliotecas relanzaron sus recursos virtuales y redoblaron sus servicios digitales y comenzaron a imaginar otros nuevos. “Aun cerradas, las bibliotecas son útiles”, fue mucho más que un titular de prensa. No fue fácil para ningún servicio bibliotecario, pero fue posible, al menos en el nuestro, por la enorme voluntad, capacidad y compromiso de todo el personal. La vuelta a la normalidad ha sido progresiva y adaptativa, cumpliendo siempre las directrices de Sanidad y con la imprescindible colaboración del público. La ciudadanía ha sido la gran aliada de las bibliotecas, quien con paciencia ha entendido las medidas (más o menos, como la pesadilla de la cuarentena de los libros) y con agradecimiento ha visto la aparición de nuestros servicios, como nuestra apuesta en la generación de contenidos culturales virtuales. Y como la vida aún no es ordinaria en ningún ámbito, seguimos adaptándonos.
- En tu opinión, ¿qué necesita una buena biblioteca para serlo?
Centrándonos en la biblioteca pública, creo que no hemos de olvidar que es el servicio de cultura más próximo a la ciudadanía, conocer esa comunidad de personas y satisfacer sus demandas es algo que define a una biblioteca. Pero, además de esta integración en la comunidad, la biblioteca debe disponer de recursos y ser capaz de diseñar los servicios que precisa esa colectividad. Estos incluyen desde un espacio adecuado, colecciones suficientes, actualizadas y diversas, pero sobre todo requieren de profesionales; el activo humano es sin duda recurso primordial para una biblioteca.
Y para diseñar proyectos, actividades y servicios, la biblioteca debe dialogar con esa comunidad, siendo parte activa de su dinámica cultural y social, y sobre todo debe escuchar las demandas de esa gente que habita la localidad.
La biblioteca pública es una institución viva, un ente social y, en la medida que sea permeable a esa ciudadanía, será una buena biblioteca.
- La Biblioteca de Navarra acaba de recibir el Premio Liber 2021 al fomento de la lectura en bibliotecas abiertas al público. ¿Qué hay detrás de este premio y qué aventura?
En efecto, hace unas semanas recogíamos ese premio que nos llena de satisfacción, máxime cuando proviene de otro ámbito de la comunidad de libro, las editoriales. Detrás de este premio, de una trayectoria que bien pudiera calificarse de aventura, hay personas, hay colaboración y hay una voluntad clara de hacer de las bibliotecas, en particular de la Biblioteca de Navarra, un referente de la cultura y de la lectura para la ciudadanía. La Biblioteca de Navarra ya tiene 150 años, muchas han sido las aventuras en sus diferentes sedes, pero allá en el lado oeste de la ciudad y desde hace diez años quiere ser el corazón de la cultura.
Un corazón en el que sobre todo palpita gente: los profesionales que en ella trabajan, las personas que colaboran en sus cientos de actividades y las gentes de todas las edades que llenan sus salas en conferencias, narraciones, exposiciones, clubes de lectura, danza, música o películas. El Premio Liber 2021 pertenece a todas estas personas.
- A corto-medio plazo, ¿qué recorrido tienen las Bibliotecas Públicas de Navarra?
Tras dos años convulsos por las derivadas de la situación pandémica, en los que hemos aprendido mucho, e intensos por la resolución de varios procesos relativos al personal bibliotecario, diría que a corto plazo las bibliotecas tienen que afianzar esta estabilidad. Con apenas un siete por ciento de temporalidad, la nuestra es una organización más sólida y joven. Yo estoy convencida que estamos ante un cambio de ciclo en las Bibliotecas Públicas de Navarra. Un cambio que no es ajeno a otros que se producen en la sociedad y que nos invita una vez más a repensar la biblioteca.
A medio plazo, ya hay temas que están en ese cambio, quizá el más visible sea la digitalización de servicios y recursos. Y aquí la biblioteca tiene un reto desde ahora mismo y es su labor ante la brecha digital. En su esencia, la biblioteca es una institución educativa y, con su presencia en todo el territorio, tiene el poder de contribuir a la capacitación digital de la ciudadanía y la formación de sus habilidades informaciones ante la sobreabundancia que conduce a la desinformación.
Y en cualquier plazo, la biblioteca pública no puede olvidar su trazado original, ese que sitúa a las personas en el centro de su actividad. Hoy lo formulamos en clave Agenda 2030, “No dejar a nadie atrás”, pero en nuestra genética está constituir un servicio para toda la comunidad. Y en esta sociedad que es un crisol humano de gran riqueza, yo diría que toda la comunidad son sus múltiples minorías. Por eso este recorrido tiene que dibujarse desde la diversidad, la multiculturalidad y la integración en lo global, pero en diálogo y escucha desde lo local.
- ¿Qué demandan los usuarios de las Bibliotecas públicas en Navarra?
Siendo sincera, no puedo menos que reconocer que la mayor (o más sonora) demanda de la ciudadanía a las bibliotecas públicas es su incremento horario, tanto en número de horas como en franjas y días de apertura. Y no es sólo la población estudiantil quien lo demanda.
Por otra parte, es un hecho que los préstamos de documentos están descendiendo, pero no es menos cierto que un mayor número de personas acude a las bibliotecas en busca de espacios individuales (salas de trabajo), colectivos (clubes de lectura) o de encuentro personal o cultural; en busca de conectividad y conexión no sólo con las redes; y a veces en busca de refugio para mitigar muchas soledades, la biblioteca es también una casa colectiva donde abriga la lectura y palpita la cultura.
- Si pudieses ser un libro … ¿cuál sería y por qué?
Abusando de vuestra generosidad, voy a querer ser dos libros de parecida temática y vocación. Primero querría ser una cartilla para aprender a leer. Como os decía, creo que la lectura es tan esencial como el aire y saber leer es disponer del mejor oxígeno para vivir, pensar y sentir.
Y después quisiera ser un diccionario en muchas lenguas. Además de saber leer, creo que es fundamental conocer el significado de las palabras para entenderlas y escribirlas de manera adecuada, es lo que posibilita la comprensión y el diálogo con una misma y con los demás; si además esto lo pudiese hacer en muchas lenguas podría leer el mundo y sus gentes de manera más enriquecedora.
- Y, para terminar, un deseo bibliotecario, una certeza lectora y un sueño laboral
Como deseo bibliotecario y mezclando el pasado con (ojalá) el futuro, abogaría por la accesibilidad a la lectura de cualquier persona que, con tanta claridad como visión, expresó María Moliner: “Hay que aspirar, como ideal, a una organización tal que permita que cualquier lector en cualquier lugar pueda conseguir cualquier libro que le interese”. Un deseo que podrá ser de futuro cuando esta organización, la biblioteca, esté en las agendas políticas de nuestros gobernantes a cualquier nivel. Cuando de verdad la biblioteca sea un servicio básico como lo son la educación y la sanidad.
Certeza lectora podría compartir muchas, pero la más frecuente es saber que en cada libro que abro me va a enseñar algo de mí misma, porque seguro compartís que algunos libros parecen haber sido escritos para cada una de nosotras.
Y sueño laboral sólo tengo uno, que desde hace años es el mismo… el adecuado reconocimiento profesional y laboral de quienes trabajamos en las bibliotecas públicas de Navarra. Quizá yo ya no lo vea materializarse, pero seguiré soñando que otra generación consiga hacerlo realidad.
Agradecemos a Asun su interés y tiempo, además te deseamos muy buenas lecturas y Felices Fiestas