
«Yo empecé a leer muy pronto. A los cuatro o cinco años me fascinaba leer el Espasa de mi padre … Mi libretita y mi diccionario de bolsillo hicieron la guerra conmigo. Fiel a mi costumbre de pasar páginas de diccionarios y enciclopedias, metí en mi macuto un pequeño Sopena y en los ratos libres o de espera iba pasando páginas y anotando aquellas palabras que por algo llamaban mi atención».
Fragmento de Diccionario Sampedro.