Mª Angeles Centenero nació en Quintanilla del Molar (Valladolid). Es licenciada en Filosofía y Letras en la especialidad de Filología Francesa por la Universidad de Valladolid. Fue profesora en Valladolid y en Cataluña.
Editó en facsímil Inéditos del Quijote, en enero del 2009, el cual pasó a formar parte de la colección Benson en la Universidad de Austin, Texas y de la Biblioteca del Congreso de Washington. Con él, obtuvo un accésit en el XXXI Certamen Literario “Carta Puebla” de Miguelturra (Ciudad Real), en septiembre del 2009.
Los tres lugares en que vivió conforman su imaginario poético: el misterioso Valle de Laciana en León, la Meseta de ancho cielo, Valladolid y el Montseny de las mil tonalidades en Cataluña.
Es autora de los poemarios La senda de en medio, Parada en todas las estaciones y Un poema imposible.
Tradujo del catalán al francés (por encargo de la Asociación de Intercambios Culturales de Arenys y Vallgorguina, poetas catalanes y de Occitania) un poemario que tuvo que presentar en las “Recitacions Poétiques” de Arenys de Munt (Barcelona) y que fue editado por dicha asociación.
- ¿Con qué libros comenzó tu afición lectora?
En principio fueron los cuentos: La Cenicienta, Pulgarcito, El Gato con Botas, Los siete cabritillos y el lobo, El Castillo de Irás y No Volverás, La Sirenita, El Patito Feo, El Enano Saltarín, Hansel y Gretel; las colecciones Alfombra Mágica, Molino; los tebeos… A los cuentos se añadían las historias y leyendas del Valle de Laciana.
Como fondo extraordinario recuerdo El Quijote. Mi padre, nos leía en voz alta sin preocuparle demasiado si mis hermanos y yo de vez en cuando nos distraíamos jugando, mientras él seguía leyendo y mi madre escuchando entretenida en alguna labor que no se lo impidiera. Mucho más tarde, cuando se quedó sola, además de las estupendas y cariñosas amigas, la lectura fue durante largas horas su compañía. Algunos días era El Norte de Castilla, del que seleccionaba y me guardaba con esmero los recortes que consideraba que podían interesarme. También leía los libros que yo le llevaba o que ella me pedía. Sus autores favoritos: Antonio Machado, Miguel Delibes y Gustavo Martín Garzo. Ahora que no puede leer, soy yo cuando voy a verla quien le dice poesías que ella va repitiendo.
Cuando era pequeña, yo no alcanzaba a calcular la importancia de aquellas lecturas que escuchaba en casa. De vez en cuando dejaba de jugar o de pintar para ponerme a escuchar con más atención ante una subida de tono repentina o una peculiar entonación.
Más tarde, la Biblioteca Municipal ubicada en la planta baja del Instituto Laboral, se convirtió en uno de mis lugares favoritos. Antigua y sólida, con olor a madera y a libros. Así la recuerdo. Me parecía que allí estaba la esencia del mundo.
- ¿Cuáles son tus géneros favoritos?
Son diversos: me gustan las buenas novelas, la poesía. También los cuentos literarios, los libros de ensayo, de viajes, las biografías, el género epistolar, los libros de Arte. Pero el tiempo es muy limitado y sólo se puede ir tanteando y descubriendo poco a poco.
- Has sido profesora de francés. Como conocedora de la lengua, ¿qué títulos de la literatura castellana recomendarías a los lectores franceses y qué libros en francés nos recomendarías a los hispanoparlantes?
Es difícil elegir y es un riesgo por lo excepcional que siempre pueda quedar en el tintero, destaco:
LITERATURA CASTELLANA
Coplas a la muerte de su padre, La vida es sueño, Rimas y Leyendas, La realidad invisible, Poeta en Nueva York, Altazor, Canto General, Las adivinaciones, No amanece el cantor, Las personas del verbo, Últimos poemas, Libro de conjuros, Arde el mar
Tirante el Blanco, El Lazarillo de Tormes, Niebla, Luces de Bohemia, El árbol de la ciencia, Ficciones, Teresa, Los años indecisos, El Hereje, El otoño del patriarca, Donde las mujeres, Los hijos muertos, Días del desván, Otra vida para vivirla contigo, Historia abreviada de la literatura portátil, Todas las almas, La lluvia amarilla, El maestro de esgrima, El viento de la luna, Mala gente que camina.
LITERATURA FRANCESA
Essais, Tartuffe, Candide, Lettres persanes, Le Comte de Monte-Cristo, Les fleurs du mal, Le Père Goriot, Madame Bovary, Germinal, Voyage au bout de la nuit, Les enfants terribles, La guerre de Troie n’aura pas lieu, Vol de nuit, La femme rompue, L’Étranger, L’Herbe rouge, Hiroshima mon amour
Se dice que se lee poco. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Posiblemente, en números, sean pocos los que leen, pero hay mucha gente amante de la lectura que lee muchos libros. Pero eso no debería de ser así. La lectura tiene que llegar a todos los estratos sociales. Y ser promovida desde la base misma de la educación y ésta, a su vez, tendría que ser el objetivo primordial en cualquier gobierno. Falta mucho para llegar a una media de lectores que permita decir que se lee lo suficiente. Paradójicamente, el número de amantes de la buena literatura parece que va en aumento entre los jóvenes y adolescentes. Es esperanzador.
Por otra parte, el que consigue aficionarse, “prendarse” de las letras ya no se cura. Conozco casos de ex-alumnos que en clase no aparentaban poner un empeño especial en las lecturas, parecía que les costaba centrarse en libros de cierto nivel. Para mi sorpresa, algunos de ellos que he visto más tarde me enseñaron entusiasmados los libros que llevan en la mochila porque “les picó la curiosidad y se pusieron a descubrir aquellos autores que entonces les resultaban difíciles e interesantes”.
Me gustaría citar las palabras de Borges cuando se refiere al Libro: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo … el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación… Un libro no debe requerir un esfuerzo, la felicidad no debe requerir un esfuerzo”.
- Desde tu experiencia como profesora y madre, ¿qué hace falta para inculcar el gusto por la lectura?
Crear un hábito de lectura. De la lectura como placer. Que no sea sólo la del programa del curso, la de sacar nota. A cada persona le puede surgir la afición lectora a edades y de formas diferentes. Es más fácil que lleguen a sentir inclinación por la lectura cuando perciben en su entorno, fundamentalmente en casa, en las clases, también entre sus compañeros y amigos, interés por los libros, por la buena literatura. Al cabo del tiempo ésta será la que va a tener mayor influencia. Podría contar ejemplos sorprendentes, pero eso merecería una historia aparte.
En las clases, por ejemplo, se pueden hacer seguimientos para que esos libros resulten más inteligibles y amenos. Para que descubran algo más allá de la lectura superficial. Hay esa especie de actividades placenteras que les apasionan, como representar lo que han leído, para lo cual tienen que hacer un guión lo suficientemente resumido y adaptado a una hora o dos de clase.
Otra forma de introducir el hábito de lectura en clase es a través de las revistas. Utilizamos algunas de temas monográficos en francés que, al tocar todas las cuestiones imaginables: ciencias, arte, letras, vida cotidiana, temas de historia, países, descubrimientos, etc., los alumnos tienen un amplio abanico de textos donde elegir en función de sus gustos, de su especialidad o, sencillamente de su curiosidad. Se llevan alguna a casa para ojear primero y fijarse y elegir luego un fragmento que han de comprender para resumirlo o contarlo de forma oral.
Y como madre, me siento satisfecha de haber podido proporcionar siempre a mis hijos el estímulo y mostrar la importancia de ese rincón abierto de la casa donde poder buscar los libros que deseen. Empezaron, como todos los niños, leyendo y escuchando cuentos. Como todos los estudiantes, mis hijos pasaron por esa etapa de libros “obligados”, al mismo tiempo que iban haciendo su propia selección. Cuando pedían o piden alguno no tardan en tenerlo para que sientan la importancia que se les da en sus elecciones, aunque alguna vez haya caído algún superventas sin demasiado interés literario; es igual. Que lean, porque leyendo se aprende a escoger y a diferenciar. Y también a escribir.
- ¿En qué lugares encuentras inspiración para escribir?
Más que un lugar específico, es el momento de ponerse a escribir. Hay que ponerse a ello, no esperar una inspiración o una iluminación especial, la inspiración está latente y se activa leyendo y escribiendo. Es cierto que hay días y momentos que son más propicios para escribir con mayor fluidez y momentos en que acontecimientos, personas o paisajes te sugieren con naturalidad muchas ideas. A veces, haciendo broma con alguna amiga, le decía que el sitio ideal para escribir sería un palomar restaurado y acondicionado a tal efecto en los campos de Castilla. Por esos cielos y esa luz, tal vez.
- En tu poemario titulado “Inéditos del Quijote”, ¿a qué aludes con ese título tan cervantino?
Creo que es el primer libro de D. Quijote que ve la luz :).
En su infinita y sabia locura iba pergeñando ideas aquí y allá por los campos de La Mancha, en la Venta de Puerto Lápice, en algún robledal de Sierra Morena, en los prados de algún escondido valle, a la sombra de algún castaño junto a la Cueva de Montesinos. Cervantes las conocía bien y da fe de ello. Pero hubo notitas versificadas que volaron con el viento que hace girar los molinos. Por mi parte, quise editar algunas de las que hasta mí llegaron.
- ¿Has pensado escribir poemas para un público infantil?
Tengo algunos poemas registrados, que no editados, y otros sin registrar, especialmente dirigidos a los niños, a esos pequeños seres en los que como dice Miguel Delibes, se “encierra todo el candor y la gracia del mundo y tiene abiertas ante sí todas las puertas, esto es, está a tiempo de serlo todo en la vida…. La carga de misterio que un niño recata es superior a la del adulto y, en consecuencia, su participación en un relato puede imprimir a éste tanto interés, si no mayor, que el protagonizado por un hombre hecho y derecho”.
- ¿Cómo ves el presente y el futuro de las bibliotecas?
Creo en la pervivencia de las bibliotecas por su infinitud y su atractivo, y por la atracción que ejercen estos espacios donde la cultura se guarda y se perpetúa a través de los siglos. Todas deberían tener un futuro bien asegurado. Por más que a través de la historia hayan intentado hacerlas desaparecer provocando pérdidas irrecuperables, el poder de la palabra, su capacidad educadora y renovadora trasciende y deja huella y nos hace libres.
Aunque surjan nuevas formas de acceder a la lectura, igual que han ido apareciendo con el tiempo, los nuevos modos no quitan importancia a los anteriores ni rebajan la excelencia de las bibliotecas. Se trataría de sumar, no de restar. No se puede concebir el mundo sin ese “universo” sugestivo y magnético que son las bibliotecas.
- Delibes, vallisoletano como tú, dijo: “Escribir para niños es un don, como la poesía, que no está al alcance de cualquiera”. ¿Estás de acuerdo con él?
Delibes es una de las voces sabias de la experiencia. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. Creo que escribir para niños es hacerse uno mismo niño, tener una comprensión profunda de sus ilusiones, estados de ánimo, sentir sus anhelos, sus miedos, sus frustraciones, introducirse en cierto modo en su pensamiento, en sus sentimientos.
- Termina esta frase: la lectura transmite…
Transmite la esencia destilada de la vida, fermentada a través de las letras. Transmite la realidad misma de la que ha surgido, la de los pueblos y los siglos. Transmite complicidad y amistad eterna con los autores de cualquier época.
Muchas gracias por compartir esta experiencia lectora
Entrevista completa…
- ¿Con qué libros comenzó tu afición lectora?
En principio fueron los cuentos. Cuentos de hadas contados, antes que leídos; en casa, en la escuela, en la radio. Los de siempre: La Cenicienta, Pulgarcito, El Gato con Botas, Los siete cabritillos y el lobo, El Castillo de Irás y No Volverás, La Sirenita, El Patito Feo, El Enano Saltarín, Hansel y Gretel… A los cuentos se añadían las historias y leyendas del Valle de Laciana, donde vivíamos entonces, que se contaban en verano y en invierno. Para coronar la aventura, un año, los reyes nos trajeron un proyector de cine rudimentario con varias películas que venían enrolladas en pequeños carretes cilíndricos. Las veíamos infinitas veces y siempre con la misma atención. Las imágenes estaban coloreadas en rojo, azul, color carne, y se iban sucediendo en sencillos movimientos mecánicos. No se me olvidará lo que nos hacía sufrir siempre Barba Azul, aun después de haberla visto y saber de memoria lo que había en aquella habitación. En Villablino había mucha afición al teatro y al cine. Se preparaban y representaban obras del barroco dirigidas por nuestras maestras, auténticas artistas. Y ¡cómo no! en noviembre, Don Juan Tenorio. También recuerdo las breves colecciones de cuentos que teníamos en casa en pequeños anaqueles. Eran sencillos cuentos de la colección Alfombra Mágica, colección Molino, Tebeos. Mis hermanos tenían cuentos de “El Capitán Trueno”, “El Jabato”. Había también unos libritos de la colección Universo que sólo tocaban argumentos, biografías resumidas, fragmentos de Historia, Mitología, etc. Eran sugestivos por la variedad de temas dispares y breves. Las portadas en tonos de colores diferentes. “Cervantes” compartía color rosa con “Aristóteles”, “Juan Sebastián Bach”, “Catalina de Rusia” y Hamlet en tono rojizo. En tonos azulados, “Romeo y Julieta”, “Otelo”, “La Vida es Sueño”, “Platón”, “Fuente Ovejuna” (sic), “Sistemas Filosóficos de Grecia”. En la misma pequeña estantería compartían espacio: “Aníbal”, “Tristán e Iseo” y “Los Nibelungos” con los “Estoicos y Epicúreos”, “Los Amantes de Teruel” y “Baco”; “Los Sofistas” y “Arquímedes” con “El perro del Hortelano”, “La Dama Boba”, “Quevedo”. También estaba la “Metafísica y Ética de Platón” junto a la “Decadencia de la Filosofía Griega”, “Helios” y “La Vida es Sueño”. Un galimatías entretenido para una edad en la que todo está aún oculto. Aquellos libritos de 16 pequeñas páginas eran una invitación a seguir algún día curioseando en temas tan variopintos como sugerentes e ignorados a esa edad.
Y como fondo extraordinario “El Quijote”. Mi padre, como buen discípulo breve (breve contra su voluntad) del colegio Sierra Pambley de Villablino, aficionado a la lectura, nos leía en voz alta sin preocuparle demasiado si mis hermanos y yo de vez en cuando nos distraíamos jugando, mientras él seguía leyendo y mi madre escuchando entretenida en alguna labor que no se lo impidiera. Estoy segura, y ella así debía sentirlo, de que ese torrente de palabras de fondo hacía que sus trabajos fueran impecables y atractivos. Mucho más tarde, cuando se quedó sola, además de las estupendas y cariñosas amigas, la lectura fue durante largas horas su compañía. Algunos días era El Norte de Castilla, del que seleccionaba y me guardaba con esmero los recortes que consideraba que podían interesarme. También leía los libros que yo le llevaba o que ella me pedía. Sus autores favoritos: Antonio Machado, Miguel Delibes y Gustavo Martín Garzo. Y su kiosquero le guardaba cada semana una pequeña y sencilla revista que “trae un poco de todo, curiosidades, recetas, entretenimientos…” Ahora que no puede leer, soy yo cuando voy a verla quien le dice poesías que ella va repitiendo con ojos de niña contenta, y entonamos al unísono sus canciones favoritas. Mi hermano, el tercero de los hermanos, el menor, le cuenta cada día historias de antaño que le traen agradables recuerdos.
Cuando era pequeña, yo no alcanzaba a calcular la importancia de aquellas lecturas que escuchaba en casa. De vez en cuando dejaba de jugar o de pintar para ponerme a escuchar con más atención ante una subida de tono repentina o una peculiar entonación. Era asombroso. También era una fiesta escuchar a mi padre leer poesías “entonadas”. Más tarde, la Biblioteca Municipal ubicada en la planta baja del Instituto Laboral, se convirtió en uno de mis lugares favoritos, siempre y cuando las nevadas no fueran excesivas para poder llegar. Antigua y sólida, con olor a madera y a libros. Así la recuerdo. Me parecía que allí estaba la esencia del mundo. En el buen tiempo leía en una pradera que había cerca de casa y donde concentrarse era un reto dada la belleza del paisaje con las altas montañas y el río Sil siempre presente. Hacia los cinco o seis años, al fabuloso mundo de cuentos e historias de la montaña, vino a unirse el de las leyendas y cuentos vivientes del pueblecito donde empecé a pasar las vacaciones de verano, en el centro de una isla en un mar de trigales y viñedos de la alta meseta.
- ¿Cuáles son tus géneros favoritos?
Son diversos: me gustan las buenas novelas, la poesía. También los cuentos literarios, los libros de ensayo, de viajes, las biografías, el género epistolar, los libros de Arte. Pero el tiempo es muy limitado y sólo se puede ir tanteando y descubriendo poco a poco.
- Has sido profesora de francés. Como conocedora de la lengua, ¿qué títulos de la literatura castellana recomendarías a los lectores franceses y qué libros en francés nos recomendarías a los hispanoparlantes?
Es difícil elegir y es un riesgo por lo excepcional que siempre pueda quedar en el tintero, por la limitación que conlleva el hacer una selección en el bosque infinito de la buena literatura y porque los posibles lectores son heterogéneos en cuanto a edad, gustos y hábitos de lectura. Pero si tuviera que hacerlo, aconsejaría un acercamiento a la literatura a través de varias obras entre las que pudieran elegir a voluntad, o mejor aún, con las que podrían iniciar una pequeña biblioteca para ir perdiéndose en su particular arboleda e ir disfrutando de su encantamiento en pequeñas (o grandes) dosis. No obstante, al alcance tenemos siempre las Bibliotecas públicas, mágicos lugares que proporcionan felicidad.
Como la lista de libros que me gustaría recomendar es abundante, destaco en color alguno de entre ellos.
LITERATURA CASTELLANA
Jorge Manrique, Coplas a la muerte de su padre; Lope de Vega, El Caballero de Olmedo, Fuenteovejuna; Calderón de la Barca, La vida es sueño; Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas y Leyendas; Antonio Machado, Poesías completas; Juan Ramón Jiménez, La realidad invisible; Jorge Guillén, Cántico; Federico García Lorca, Poeta en Nueva York; Sonetos del amor oscuro; Vicente Huidobro, Altazor; César Vallejo, Poemas humanos; Gerardo Diego, Manual de espumas, Versos humanos; Vicente Aleixandre, Sombra del paraíso; Rafael Alberti, Marinero en tierra, Sobre los ángeles; José Hierro, Con las piedras, con el viento; Alejandra Pizarnik, Los trabajos y las noches; Josep Carner, Nabí; Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad; Francisco Pino, Siempre y nunca; Octavio Paz, Piedra de sol; Pablo Neruda, Canto General; Mario Benedetti, El amor, las mujeres y la vida; Marcos Ana, Decidme cómo es un árbol; Ángel González, Antología poética; Caballero Bonald, Las adivinaciones; José Ángel Valente, No amanece el cantor, A modo de esperanza; Jaime Gil de Biedma, Compañeros de viaje, Las personas del verbo; Gonzalo Rojas, Contra la muerte; Olga Orozco, Últimos poemas; Agustín García Calvo, Libro de conjuros, Canciones y soliloquio; Pere Gimferrer, Arde el mar; Antonio Colinas, Noche más allá de la noche; Juan Carlos Mestre, Antifonía del otoño en el Valle del Bierzo.
Joanot Martorell, Tirante el Blanco; La novela anónima El Lazarillo de Tormes; Don Quijote de La Mancha, Miguel de Cervantes; Miguel de Unamuno, Niebla; Valle Inclán, Luces de Bohemia; Pío Baroja, El árbol de la ciencia; Antonio Machado, Juan de Mairena; Jorge Luis Borges, Ficciones; El Aleph; Rosa Chacel, Estación de ida y vuelta; Teresa; La lectura es secreto; G. Torrente Ballester, Los años indecisos; Julio Cortázar, Casa tomada; Juan Rulfo, El llano en llamas;Pedro Páramo; Miguel Delibes, El Hereje; García Márquez, El otoño del patriarca; Álvaro Pombo, Donde las mujeres; Ana María Matute, Los hijos muertos; Rafael Sánchez Ferlosio, El Jarama;Mario Vargas Llosa, El sueño del celta; Alberto Méndez, Los girasoles ciegos; José María Merino, Historias del otro lugar; Luis Mateo Díez, Días del desván; Fernando Savater, La tarea del héroe; Gustavo Martín Garzo, Las historias de Marta y Fernando; Eduardo Mendicutti, Otra vida para vivirla contigo; Enrique Vila-Matas, Historia abreviada de la literatura portátil; Javier Marías, Todas las almas, Los enamoramientos; Cuentos únicos; Julio Llamazares, La lluvia amarilla; Arturo Pérez Reverte, Territorio comanche;El maestro de esgrima; Antonio Muñoz Molina, El viento de la luna; Benjamín Prado, Mala gente que camina.
LITERATURA FRANCESA
La légende de Tristan et Iseut; Chrétien de Troyes, Lancelot du Lac. Le cycle du Graal; Montaigne, Essais; Molière, Tartuffe, Dom Juan; Madame de Sevigné, Lettres à sa fille;Voltaire, Candide; Montesquieu, Lettres persanes; Diderot, Jacques le fataliste et son maître; Mme De Stael, De la poésie; Benjamin Constant, Adolphe; Nerval, Les filles du feu; Chateaubriand, Les Mémoires d’Outre-Tombe ; Lamartine, Méditations poétiques; Victor Hugo, Les contemplations; Notre Dame de Paris; Alexandre Dumas, Le Comte de Monte-Cristo; Jules Verne, Vingt mille lieues sous les mers; Van Gogh, Lettres à Théo; Musset, Contes d’Espagne et d’Italie; La Nuit de Mai; Baudelaire, Les fleurs du mal; Verlaine, Poèmes Saturniens; Mallarmé, Poésies; Arthur Rimbaud, Une saison en enfer,Poésies complètes; Balzac, Le Père Goriot, Les illussions perdues, Le chef d’oeuvre inconnu; Guy de Maupassant, Contes; Alfonse Daudet, Lettres de mon Moulin; Stendhal, La Chartreuse de Parma; Gustave Flaubert, Madame Bovary, Trois contes, L’ Éducation sentimentale; Zola, Germinal; Marcel Proust, Du côté de chez Swan; Jarry, Ubu roi; André Breton, Nadja; Paul Valéry, Le cimitière marin; Poème en prose; Louis Aragon, Les yeux d’Elsa; Jacques Prévert, Paroles; Céline, Voyage au bout de la nuit; A. Gide, Les Nourritures terrestres; Blaise Cendrars, Du monde entier. Poésies; Jean Cocteau, Les enfants terribles; Jules Romans, Knok; Giraudoux, La guerre de Troie n’aura pas lieu; Raymond Radiguet, Le diable au corps; Malraux, La Condition Humaine; Saint-Exupéry, Vol de nuit; Georges Simenon, Romans du commissaire Maigret; Jean Giono, Regain; Beckett, En attendant Godot; Marguerite Yourcenar, Mémoires d’Hadrien; Jean-Paul Sartre, Huit clos; Simone de Beauvoir, La femme rompue; Albert Camus, L’Étranger; Julien Gracq, Le rivage des Syrtes; Boris Vian, L’Herbe rouge; Marguerite Duras, Hirosima mon amour; Michel Butor, La Modification; Le Clézio, Désert.
- Se dice que se lee poco. ¿Estás de acuerdo con esta afirmación?
Posiblemente, en números, sean pocos los que leen, pero hay mucha gente amante de la lectura que lee muchos libros. Pero eso no debería de ser así. La lectura tiene que llegar a todos los estratos sociales. Y ser promovida desde la base misma de la educación y ésta, a su vez, tendría que ser el objetivo primordial en cualquier gobierno. Falta mucho para llegar a una media de lectores que permita decir que se lee lo suficiente. Paradójicamente, el número de amantes de la buena literatura parece que va en aumento entre los jóvenes y adolescentes. Es esperanzador. Por otra parte, el que consigue aficionarse, “prendarse” de las letras ya no se cura. Conozco casos de ex-alumnos que en clase no aparentaban poner un empeño especial en las lecturas, parecía que les costaba centrarse en libros de cierto nivel. Para mi sorpresa, algunos de ellos que he visto más tarde me enseñaron entusiasmados los libros que llevan en la mochila porque “les picó la curiosidad y se pusieron a descubrir aquellos autores que entonces les resultaban difíciles e interesantes”. Me gustaría citar las palabras de Borges cuando se refiere al Libro: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo…el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación… Un libro no debe requerir un esfuerzo, la felicidad no debe requerir un esfuerzo”.
- Desde tu experiencia como profesora y madre, ¿qué hace falta para inculcar el gusto por la lectura?
Crear un hábito de lectura. De la lectura como placer. Que no sea sólo la del programa del curso, la de sacar nota. A cada persona le puede surgir la afición lectora a edades y de formas diferentes. Es más fácil que lleguen a sentir inclinación por la lectura cuando perciben en su entorno, fundamentalmente en casa, en las clases, también entre sus compañeros y amigos, interés por los libros, por la buena literatura. Al cabo del tiempo ésta será la que va a tener mayor influencia. Podría contar ejemplos sorprendentes, pero eso merecería una historia aparte. En las clases, por ejemplo, se pueden hacer seguimientos para que esos libros resulten más inteligibles y amenos. Para que descubran algo más allá de la lectura superficial. Hay esa especie de actividades placenteras que les apasionan, como representar lo que han leído, para lo cual tienen que hacer un guión lo suficientemente resumido y adaptado a una hora o dos de clase. También les atrae la preparación de poemas o algún fragmento de poetas para representarlo coincidiendo con el día del Libro, el día de S. Jordi o en las clases. Esto no lo olvidan nunca y ese fijarse más detenidamente en los textos les agudiza el sentido literario que debe ser un sexto sentido. Otra forma de introducir el hábito de lectura en clase es a través de las revistas. Utilizamos algunas de temas monográficos en francés que, al tocar todas las cuestiones imaginables: ciencias, arte, letras, vida cotidiana, temas de historia, países, descubrimientos, etc., los alumnos tienen un amplio abanico de textos donde elegir en función de sus gustos, de su especialidad o, sencillamente de su curiosidad. Se llevan alguna a casa para ojear primero y fijarse y elegir luego un fragmento que han de comprender para resumirlo o contarlo de forma oral. Y como madre, me siento satisfecha de haber podido proporcionar siempre a mis hijos el estímulo y mostrar la importancia de ese rincón abierto de la casa donde poder buscar los libros que deseen. Empezaron, como todos los niños, leyendo y escuchando cuentos. Él, más idealista y soñador, quería siempre repetir el cuento del momento. Era como si en acabando, se viera de golpe fuera de la historia en la que estaba absorbido y había que retomarla de nuevo. La vivía. Me sorprendió cuando a los 16 años, más o menos, cogió para un viaje una edición del Quijote muy usada y uno de los días en un barco, sentado en cubierta, con su libro se partía de risa sin apenas percatarse de lo que pasaba alrededor. Su hermana, bastante más pequeña para esa edad (en la infancia se nota más la diferencia de años), lo miraba y no debía entender muy bien como aquel libro ‘sin colores ni dibujos’ hacía reír a su hermano. Es una imagen inolvidable. Esas experiencias se reflejaron pronto en su forma de redactar. La niña, imaginativa y despierta, más que escuchar cuentos prefería inventar y escribir y pintar cosas por todas las libretas y ‘libretitas’. Conservo una muy pequeña, en la que escribió mientras me acompañaba a la presentación de un libro de Cabrera Infante en la Librería Laia de Pau Claris y, claro, a su edad no sabía muy bien de qué iba aquello y se aburría. Pues describió con pelos y señales divertidísimas su aburrimiento, el lugar, al escritor, sus posturas y situaciones, las nuestras… Habría disfrutado el animado escritor que era G.C.I. si lo hubiera leído. Lo mejor vino cuando al acercarnos para firmar su libro se lo dedicó y le comentó el parecido de su nombre con un título de un libro de André Breton. Como todos los estudiantes, mis hijos pasaron por esa etapa de libros “obligados”, al mismo tiempo que iban haciendo su propia selección. Cuando pedían o piden alguno no tardan en tenerlo para que sientan la importancia que se les da en sus elecciones, aunque alguna vez haya caído algún superventas sin demasiado interés literario; es igual. Qué lean, porque leyendo se aprende a escoger y a diferenciar. Y también a escribir. Hay edades en que los jóvenes y los no tan jóvenes están multiplicados en obligaciones más inmediatas; algunas de ellas requieren incluso muchas lecturas de tipo profesional y tampoco pueden leer todo lo que quisieran, pero si existe esa afición en potencia, siempre llegará el momento adecuado para seguir leyendo.
- ¿En qué lugares encuentras inspiración para escribir?
Más que un lugar específico, es el momento de ponerse a escribir. Hay que ponerse a ello, no esperar una inspiración o una iluminación especial, la inspiración está latente y se activa leyendo y escribiendo. Es cierto que hay días y momentos que son más propicios para escribir con mayor fluidez y momentos en que acontecimientos, personas o paisajes te sugieren con naturalidad muchas ideas. A veces, haciendo broma con alguna amiga, le decía que el sitio ideal para escribir sería un palomar restaurado y acondicionado a tal efecto en los campos de Castilla. Por esos cielos y esa luz, tal vez.
- En tu poemario titulado “Inéditos del Quijote”, ¿a qué aludes con ese título tan cervantino?
Creo que es el primer libro de D. Quijote que ve la luz. J En su infinita y sabia locura iba pergeñando ideas aquí y allá por los campos de La Mancha, en la Venta de Puerto Lápice, en algún robledal de Sierra Morena, en los prados de algún escondido valle, a la sombra de algún castaño junto a la Cueva de Montesinos. Cervantes las conocía bien y da fe de ello. Pero hubo notitas versificadas que volaron con el viento que hace girar los molinos. Por mi parte, quise editar algunas de las que hasta mí llegaron.
- ¿Has pensado escribir poemas para un público infantil?
Tengo algunos poemas registrados, que no editados, y otros sin registrar, especialmente dirigidos a los niños, a esos pequeños seres en los que como dice Miguel Delibes, se “encierra todo el candor y la gracia del mundo y tiene abiertas ante sí todas las puertas, esto es, está a tiempo de serlo todo en la vida…. La carga de misterio que un niño recata es superior a la del adulto y, en consecuencia, su participación en un relato puede imprimir a éste tanto interés, si no mayor, que el protagonizado por un hombre hecho y derecho”.
- ¿Cómo ves el presente y el futuro de las bibliotecas?
Creo en la pervivencia de las bibliotecas por su infinitud y su atractivo, y por la atracción que ejercen estos espacios donde la cultura se guarda y se perpetúa a través de los siglos. Todas, desde las grandes famosas bibliotecas hasta las nuevas redes de pequeñas bibliotecas de barrio o las bibliotecas de los pueblos, deberían tener un futuro bien asegurado. Por más que a través de la historia la sinrazón de los enemigos de la ciencia hayan intentado hacerlas desaparecer provocando incendios, saqueos, bombardeos que han causado graves daños y pérdidas irrecuperables, sólo han conseguido hacer pensar en el porqué de ese afán de querer que la ignorancia predomine sobre el conocimiento. ¿Peligro? Sí, el peligro de que si hay libros al alcance de la mayoría, la gente lea, y si la gente lee, cabe la posibilidad de que sea culta, de que piense y actúe con criterio, libremente. El poder de la palabra, su capacidad educadora y renovadora, a muchos tiranos no les interesa. La palabra trasciende y deja huella y nos hace libres. Aunque surjan nuevas formas de acceder a la lectura, igual que han ido apareciendo con el tiempo, los nuevos modos no quitan importancia a los anteriores ni rebajan la excelencia de las bibliotecas. Se trataría de sumar, no de restar. No se puede concebir el mundo sin ese “universo” sugestivo y magnético que son las bibliotecas.
- Delibes, vallisoletano como tú, dijo: “Escribir para niños es un don, como la poesía, que no está al alcance de cualquiera”. ¿Estás de acuerdo con él?
Delibes es una de las voces sabias de la experiencia. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice. Creo que escribir para niños es hacerse uno mismo niño, tener una comprensión profunda de sus ilusiones, estados de ánimo, sentir sus anhelos, sus miedos, sus frustraciones, introducirse en cierto modo en su pensamiento, en sus sentimientos.
- Termina esta frase: la lectura transmite…
Transmite la esencia destilada de la vida, fermentada a través de las letras. Transmite la realidad misma de la que ha surgido, la de los pueblos y los siglos. Transmite complicidad y amistad eterna con los autores de cualquier época.