Entrevista a SS. MM. los Magos de Oriente

Todas ellas forman parte del arte de la escritura y por extensión, de la lectura. Nos gustaría poder decir que también han sido invitadas de este blog. No sabemos si lo hemos conseguido o solo nos hemos quedado con la intención… Este es un blog dedicado a todas las condiciones mencionadas al principio, no solo porque alberga la obra de escritores de oficio, sino porque también nosotras hemos jugado con esos artificios.  Desde el mayor de los respetos a la literatura y a nuestros lectores, nos vais a permitir jugar con las palabras, porque si jugamos, si fabulamos … soñamos.

Y -porque soñamos una vez- conocimos a un carbonero de Tierra Estella. Nos comentó que sus mejores clientes son los Reyes Magos.

¡Los Reyes Magos! ¡Quién pudiera compartir con ellos una conversación! Dicho y hecho, nuestro amigo carbonero nos puso en contacto con sus majestades, y aquí tenéis el resultado de una maravillosa charla con los tres (vía móvil claro porque Sus Majestades ¡son muy digitales!).

Melchor Appellicon Magalath nació en Susa mucho, mucho antes de que los australianos viniesen en tropel a Pamplona cada 6 de julio. Su padre era tallador de piedra y como era un oficio muy duro, insistió en que su hijo estudiara Leyes, una carrera con muchas salidas. Sin embargo a Melchor no le atraía el Derecho. A él le apasionaba mirar las estrellas. Mirando, mirando, la barba y el cabello se le volvieron del color de las estrellas y se hizo un reputado astrónomo. En la Escuela Superior de Astronomía era el encargado de custodiar el oro, pero siempre que podía se escapaba a mirar en el Gran Telescopio Orbis las conversaciones entre estrellas: ¡eran realmente interesantes!

Gaspar Amerín Serakin nació en Asiria hace más de dos mil años. De pequeño tuvo que sufrir las burlas de sus compañeros debido al color rojizo de su pelo. Eso le curtió y creció como una persona fuerte y que encajaba muy bien las bromas (de hecho era un gran bromista,¡ un payaso, le decía su madre!). Su padre era pastor y por eso su casa olía siempre a ganado, y también por eso siempre encendía una vara de incienso para tapar el olor a oveja. Pasaba muchas horas en la azotea de su casa mirando el cielo, para desdicha de su madre y como era muy buen estudiante, ganó una beca para estudiar en la Escuela Superior de Astronomía. Le llamaban allí familiarmente el «astrónomo de rojo pelo».

Baltasar Damascón Galgalath nació en Babilonia en el s. I a. C. De pequeño lloraba mucho, defecto que aprovechó para de mayor dedicarse al Bel Canto. Recorrió Asia deleitando al público con óperas, arias, cuartetos, improvisaciones, etc. Antes de cada actuación, se aplicaba un ungüento de menta y mirra en el pecho. Una noche que actuaba en las Termas de Babel, al alzar la cabeza para dar un do de pecho, se quedó obnubilado mirando el firmamento.  Ese día decidió cambiar la música por la astronomía para tristeza de sus seguidores. ¿Qué Estrella vió que le hizo cambiar toda su vida? se preguntaba la gente asombrada.

Los tres coincidieron en un Seminario de Estrellas Errantes y era tal la cantidad de aficiones que compartían que decidieron trabajar juntos, sin saber que la Cooperativa de Reyes Magos S.A. que acababan de fundar iba a dar mucho que hablar desde entonces y hasta hoy.

  •  Lo primero de todo, una cuestión que nos tiene preocupados. ¿Es cierta la rivalidad que existe entre ustedes y Santa Claus?

(Contesta Gaspar) Nooooooo, eso es un mito que no se corresponde con la realidad. Nos llevamos muy bien, incluso algunos años hemos veraneado juntos en la playa. Mantenemos una muy buena relación porque tenemos muchas cosas en común: los cuatro nos encargamos de llevar regalos a las personas buenas, que son la mayoría, a los cuatro nos encantan los niños y los cuatro alabamos los corazones tan blancos. A los corazones negros, carbón.

  • Tantos siglos de viaje por todo el mundo, ¿han tenido oportunidad de conocer a algunos escritores?

(Contesta Melchor) ¡Y tanto! Caperucita Roja existió en la realidad. Era una niña de Nantes que dejaba su caperuza roja en vez de sus zapatitos para recibir los regalos. Como era muy desobediente le dejábamos ¡carbón! Nuestro amigo Charles Perrault escribió una versión de las historias que le contábamos sobre esa chica.

Al sobrino de nuestro amigo Godwin, Jonathan (Swift) le solíamos entretener con las aventuras de nuestros viajes. Esas aventuras le sirvieron de inspiración para escribir Los viajes de Gulliver.

La historia de un niño transilvano, Vlad creo que se llamaba, que todos los años pedía un bidón de sangre y que erradicáramos los ajos de la tierra le sirvió a Bram como base para su famosísima novela Drácula.

Por culpa de un fallo nuestro regalamos a un niño dublinés un espejo defectuoso. Más tarde ese niño escribió El retrato de Dorian Gray.

Ah, y un chiquito al que le gustaba mucho Pamplona, Ernest se llamaba, nos pidió en su carta que en un futuro próximo se publicara su novela El señor viejo y el estanque. Accedimos a su petición pero cambiando un poco el título…

  • En sus cartas, ¿piden libros los niños?

(Contesta Baltasar) No solo los niños, también los mayores. Hemos comprobado con satisfacción que los niños que pedían libros en sus cartas, de mayores siguen pidiendo libros y animan a sus hijos a incluir libros en sus peticiones. ¡Bien por ellos!

A veces, debemos confesar, que hacemos alguna pequeña trampa. A los niños que se les olvida pedir cuentos, se los regalamos. Esperamos que no se lo tomen a mal. Nosotros, como sabios que somos, sabemos que la lectura les va a hacer mejores personas. De todas formas, y como hay gustos para todo, no siempre este regalo les hace tanta ilusión…Ved,ved: niño enfadado

  • ¿Es verdad, ilustrísimos sabios, que ustedes en los libros astrales que estudiaban descubrieron la existencia de la Estrella que les guió hasta la gruta de Belén?

(Contesta Melchor) Sí es cierto, pero para ser francos, tenemos que dar las gracias a Sarata Bah la bibliotecaria de la Escuela Superior de Astronomía. Ella, experta en libros astrales, encontró el que tenía este dato tan fundamental para nuestro viaje.

  • También se ha escrito mucho sobre ustedes, ¿qué título en especial hace mayor honor a la realidad de quiénes son y qué ocurrió aquella noche del 24 de diciembre?

(Contesta Gaspar) Existe numerosa bibliografía sobre nosotros, pero la mayoría exagera sobre nuestro origen, nuestra fama o nuestras riquezas. Algunos -creo que los llaman apócrifos– ¡incluso nos llaman reyes! Simplemente -hay quien tilda de casualidad a lo que nosotros de providencia- estábamos en el lugar acertado en el momento oportuno. Por eso creemos que el mejor título es el editado por un tal San Mateo, allá por el año 80. Aunque no estuvo allí, desde luego, tuvo que conocer de primera mano las fuentes.

  • Se pasan la vida regalando cosas, pero… ¿qué pedirían ustedes de regalo?

(Contesta Balthasar) ¿Nosotros? No necesitamos nada más que la sonrisa de un niño cuando abre su regalo, mientras lo observan atentos sus padres. Aunque si pudiéramos formular un deseo, sería el mismo que expresó nuestro queridísimo escritor Charles Dickens: «Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año. «

  • En las casas que visitan durante su tarea de repartir los regalos ¿encuentran buenas bibliotecas cuando ustedes descansan tomándose su copita de pacharán o moscatel?

(Contesta Melchor) Mire, hay de todo. Cuando vemos que hay buen número de libros, nos encontramos más como en casa y cuando vemos escasez de estos tesoros de la Humanidad en los salones, nosotros mismos dejamos en las estanterías un buen número de buenos libros. Gaspar lleva una maleta repleta de ellos en todos los viajes.  Son un donativo para este menester de la bibliotecaria, Sarata Bah, gran activista de la lectura.

  • Perdonen la curiosidad, pero ¿saben si el Niño Jesús recibió en Belén  algún libro de especial valor de regalo?

(Se miran los tres, intuímos que hemos topado con una información altamente confidencial). Nos giramos hacia el simpático Gaspar con la mejor de nuestras sonrisas, quien a su vez se vuelve hacia los otros dos:

Fue San José quien nos entregó un valioso pergamino. Lo abrió Melchor. En él se leía: «Hoy en Belén nos ha nacido el Salvador».

Agradecemos profundamente a estos tres simpáticos sabios

que nos hayan dedicado tan valiosísimo  tiempo,

tiempo de Navidad.