La conocida como trilogía del Baztán, compuesta por El guardián invisible, Legado en los huesos y Ofrenda a la tormenta, puso en el punto de mira de las rutas literarias al valle del Baztán, este enclave navarro que es un tesoro natural de un verde intenso, cuyos pueblos brotan en este idílico paisaje que enamora a sus visitantes.
Dolores Redondo escogió esta zona del norte de Navarra para ambientar las historias de la inspectora Amaia Salazar.
En Elizondo, el visitante puede pasear por las empedradas calles del centro, atravesar el puente de Muniartea, la Iglesia de Santiago, el Bar Txocoto, la casa de la tía Engrasi, la comisaría de la Policía Foral o el Obrador de Mantecadas Salazar en la ficción que en realidad es la Panificadora Baztanesa. En las afueras de Elizondo, en la carretera que lleva a Francia, se encuentra el Cementerio, enclave obligado en las historias donde las muertes ocurren con demasiada frecuencia.