“Empezar a leer fue para mí como entrar en un bosque por primera vez y encontrarme de pronto con todos los árboles, todas las flores, todos los pájaros… No dices: me gusta este árbol más que los demás. No, cada libro en que entraba lo tomaba como algo único,
[…]
[Cada encuentro con un libro era una cita a ciegas] Sí, es cierto, Porque no sabía nada de él; entraba con una inocencia total.»
Alameda, S. (1998). José Saramago. El país semanal. (1157), 14-22