Con este poema que Antonio Machado dedicó a Julio Romero de Torres damos la bienvenida al otoño.
Amanecer de otoño
Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros. Zarzas, malezas, jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor;
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos, caminando un cazador.
Machado, A. Campos de Castilla. Diario Público: [s.l.], p.40