Antonio Gamoneda Lobón (Oviedo, 30 de mayo de 1931). Reside desde 1934 en León, Poeta, crítico de arte (crítico, con posterior «abjuración», dice) entre los años 70 y 90. En León, hacia 1970 y durante dos décadas, creó y dirigió la colección de poesía Provincia, de la que se responsabiliza únicamente de sus primeros 50 números.
Trabajó como director cultural de la Diputación de León; fue también director de la Fundación Sierra Pambley, dedicada la docencia, creada en 1887 por los mismos fundadores de la Institución Libre de Enseñanza.
Ha recibido el Premio Cervantes, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Prix Européen de Littérature en 2006; el Premio el Premio Castilla y León de las Letras en 1985; el Premio Comunidad de Madrid en 2005; el Premio Ciudad de Barcelona y el Premio Quijote en 2009. Es Hijo Adoptivo de León y de Villafranca del Bierzo, y Doctor Honoris causa por las Universidades de León, Santo Domingo–Primada de América, Autónoma del Estado de México y Babes Boilei de Kluj (Rumanía). Ha recibido condecoraciones de las Universidades de El Cairo, San Luis Potosí (México) y Valencia (Venezuela). Le han sido otorgadas la Medalla de Oro de la Ciudad de Pau, de la Provincia de León y del Círculo de Bellas Artes, de Madrid. La Biblioteca del Instituto Cervantes de Frankfurt lleva su nombre.
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- ¿Con qué libros comenzó su afición lectora?
Otra más alta vida, de poesía, su autor Antonio Gamoneda (padre), en 1936; Los mártires del adulterio, novela por entregas, autor desconocido, en 1939; El Picadillo, de cocina, autor «Picadillo», en 1939; Rimas y leyendas, A. Bécquer, en 1940; Segunda antolojía, Juan Ramón Jiménez, en 1944.
- ¿Qué significa para usted la lectura? ¿Y la escritura?
El primer libro leído, el escrito por mi padre, supuso el descubrimiento fascinante, elemental y simultáneo de los signos de la escritura y la poesía. Mención especial conviene a la lectura infantil de Los mártires del adulterio, turbadora y didáctica en lo que concierne al amor “prohibido”, a la ocultación y a la violencia. Posteriormente y en general, la lectura que me interesa supone comunicación con la subjetividad del autor y placer en la recepción de los datos sensibles (estéticos) de la obra, si los tiene. En cuanto a la escritura, en particular la escritura poética, responde a la necesidad de liberar estados emocionales y de conciencia.
- ¿Está embarcado en algún proyecto literario nuevo?
En cuanto a poesía, el proyecto es siempre algo posterior y secundario, resultado de una actitud permanente. Ahora, en 2017, si está sobre la mesa la voluntad de escribir mi segundo tomo de memorias.
- Usted ha dicho que: ‘La poesía no es literatura, sino una emanación de la vida’.¿Qué momento es más propicio para usted para escribir poesía? ¿En qué se inspira?
Rectifico un poco: más que una ‘emanación’ es una función viviente (casi biológica, participa de la memoria, de la fonación, de la actividad neuronal, modifica la presión arterial etc.). Todos los momentos son buenos con tal de que la cabeza ‘no esté en otra parte’. No tengo un motivo de ‘inspiración’ muy concreto: toda la realidad existencial es motivo; ligado con frecuencia a sus datos ‘mayores’, el amor, la conciencia mortal etc.
- ¿Qué han significado en su carrera los premios literarios?
Alguna vanidad, no mucha; una pequeña retribución económica (a toda una vida); ser más conocido, en general y por las instituciones, (cabría prescindir de este conocimiento sin daño grave para la poesía); viajes (demasiados); pérdida de tiempo (irrecuperable).
- ¿Hay lugar para la poesía en un mundo tan digitalizado?
Hay poco lugar y mucha necesidad, es decir, pobreza. Ninguna novedad; lo mismo sucede, la pobreza, con todos los bienes necesarios. Muchos jóvenes poetas se sienten bien en los medios digitalizados. Esto me parece importante.
- Este año se celebra el centenario del nacimiento de Gloria Fuertes. ¿Qué opina de sus escritos, y de su persona (si la conoció)?
Su escritura apenas puede ser considerada poesía. Puedo estar equivocado y ser injusto; no creo que figure en ninguna antología solvente. Tiene, sin embargo, un carácter ingenioso que podría suponer cierto valor de uso con los niños (habría que «avisarles» que la poesía de «verdad» es otra cosa). No la conocí mucho; lo suficiente para saber que era buena persona, tierna, simpática y malhablada.
Le agradecemos enormemente su colaboración y disposición.