La melancólica muerte de Chico Ostra , Tim Burton, Anagrama, 2005.
Había una vez un niño que nació en un caluroso día de agosto en la californiana ciudad de Burbank. Sin él saberlo ni sospecharlo, ese niño se convertiría en uno de los directores de cine más originales, admirados, incomprendidos, diferentes, peculiares, imaginativos, excéntricos, geniales y seguidos de la actualidad.
Pronto mostró una verdadera fascinación por los dibujos fantásticos, los libros de Edgar Allan Poe y Charles Dickens y las películas de terror, sobre todo las protagonizadas por su admirado Vincent Price.
Estudió animación en el Instituto de Arte de California. Sus modos llamaron la atención de la poderosa Factoría Disney, que le contrató como animador para prescindir de él poco después alegando que sus dibujos eran tétricos y poco aptos para niños.
Realizó algunos cortos y largos, pero el punto de inflexión en su carrera fue el estreno en 1990 de la aclamada película Eduardo Manostijeras.
Tras ese éxito, vino una carrera con varios títulos mundialmente conocidos, de diversas temáticas pero con un denominador común: el poder de imaginación, los personajes fuera de lo normal, el juego entre lo oscuro y lo luminoso, la muerte, la fantasía, las asimetrías, el dramatismo, el humor negro, etc.
Dicen que siempre lleva con él un cuaderno de dibujo y unas pinturas, porque le gusta dibujar cualquier cosa que le resulte interesante.
De su exuberante creatividad y de su habilidad para los dibujos, han salido no solo un buen número de películas sino también un libro de poesía al que damos cabida en este blog entre otras cosas por su singularidad.
Está formado por varios poemas, ilustrados por el autor, donde todos los protagonistas son típicos del estilo burtoniano. Encontramos seres diferentes, estrafalarios, raros, que deben luchar contra la norma establecida. Al no casar con lo establecido, permanecen apartados, marginados, solitarios.
Hay extravagancia en esta obra, así como crueldad, pero sobre todo hay humanidad al rescatar para sus poemas a los antihéroes sociales con el fín de elevarlos a la categoría de normales. El autor expone un comportamiento social bastante feroz, el excluir al diferente por el hecho de serlo.
Quienes conozcan el cine de Burton, sabrán lo que van a encontrar aquí. Se agradece que la editorial incluya también los poemas en versión original.
Fin.
Inmaculada Setuáin Mendía