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LESEG 23/03/2010 Noticias literarias

¿Cuál es su poema preferido?

Mi poema preferido

El 21 de marzo fue el Día Internacional de la Poesía y  nuestra manera de celebrarlo es invitar a que cada uno incluya en forma de comentario su poema favorito. Gracias por su participación.

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15Comentarios

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  1. 1
    Eva el 09/06/2017 a las 08:34
    Responder

    Me quedo con este de Zorrilla:

    Amistad nunca mudable
    por el tiempo o la distancia,
    no sujeta a la inconstancia
    del capricho o del azar,
    sino afecto siempre lleno
    de tiernísimo cariño,
    tan puro como el de un niño,
    tan inmenso como el mar.

  2. 2
    Juan Pablo el 18/04/2012 a las 13:04
    Responder

    Escrito está en mi alma vuestro gesto,
    y cuanto yo escribir de vos deseo;
    vos sola lo escribisteis, yo lo leo
    tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

    En esto estoy y estaré siempre puesto;
    que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
    de tanto bien lo que no entiendo creo,
    tomando ya la fe por presupuesto.

    Yo no nací sino para quereros;
    mi mal os ha cortado a su medida;
    por hábito del alma mismo os quiero.

    Cuanto tengo confieso yo deberos;
    por vos nací, por vos tengo la vida,
    por vos he de morir, y por vos muero.

    Sonto nº V Garcilaso. Aunque me cargue la métrica,he tenido el atrevimiento de cambiarle una palabra al genio.No sé, a mí me gusta más así.

  3. 3
    Verónica el 22/04/2010 a las 18:08
    Responder

    Este es mi poema favorito. Es de «Veinte poemas de amor y una canción desesperada» de Pablo Neruda. Me gustan la musicalidad y las imágenes. ¡Que lo disfruten!

    Poema 6

    Te recuerdo como eras en el último otoño.
    Eras la boina gris y el corazón en calma.
    En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo
    Y las hojas caían en el agua de tu alma.
    Apegada a mis brazos como una enredadera.
    las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
    Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
    Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
    Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
    boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
    hacia donde emigraban mis profundos anhelos
    y caían mis besos alegres como brasas.
    Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
    Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
    Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
    Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

  4. 4
    Roberto el 25/03/2010 a las 16:29
    Responder

    A un olmo seco

    Al olmo viejo, hendido por el rayo
    y en su mitad podrido,
    con las lluvias de abril y el sol de mayo
    algunas hojas verdes le han salido.

    ¡El olmo centenario en la colina
    que lame el Duero! Un musgo amarillento
    le mancha la corteza blanquecina
    al tronco carcomido y polvoriento.

    No será, cual los álamos cantores
    que guardan el camino y la ribera,
    habitado de pardos ruiseñores.

    Ejército de hormigas en hilera
    va trepando por él, y en sus entrañas
    urden sus telas grises las arañas.

    Antes que te derribe, olmo del Duero,
    con su hacha el leñador, y el carpintero
    te convierta en melena de campana,
    lanza de carro o yugo de carreta;
    antes que rojo en el hogar, mañana,
    ardas en alguna mísera caseta,
    al borde de un camino;
    antes que te descuaje un torbellino
    y tronche el soplo de las sierras blancas;
    antes que el río hasta la mar te empuje
    por valles y barrancas,
    olmo, quiero anotar en mi cartera
    la gracia de tu rama verdecida.
    Mi corazón espera
    también, hacia la luz y hacia la vida,
    otro milagro de la primavera.

    Poema de Antonio Machado (su obra inicial suele inscribirse en el movimiento literario denominado Modernismo. Fue uno de los miembros más representativos de la denominada Generación del 98.)

    Ver: http://www.los-poetas.com/a/mach1.htm

    • 5
      Roberto el 26/03/2010 a las 12:33
      Responder

      Por cierto» Un olmo seco» es de Antonio Machado ( su obra inicial suele inscribirse en el movimiento literario denominado Modernismo. Fue uno de los miembros más representativos de la denominada Generación del 98.)

      Ver: http://www.los-poetas.com/a/mach1.htm

  5. 6
    Arantxa el 24/03/2010 a las 17:19
    Responder

    Depende del momento y del estado de ánimo: melancolía, tristeza, ¡¡felicidad extrema!!,… Para cada ratico tenemos un poeta: Neruda, Machado, Cernuda, Benedetti, y los no tan conocidos que van haciendo camino. E incluso el mismo poema, se siente distinto según tus sentimientos, ¿no os ha pasado?!!

    Aunque tengo debilidad por estos versos de Juan Ramón Jimenez:

    «(…)Pensé en arrancarme el corazón, y echarlo,
    pleno de su sentir alto y profundo,
    el ancho surco del terruño tierno,

    a ver si con partirlo y con sembrarlo,
    la primavera le mostraba al mundo
    el árbol puro del amor eterno.»

  6. 7
    Milagros el 24/03/2010 a las 10:44
    Responder

    Enhorabuena por el blog y por la iniciativa que promociona la poesía.

    Destaco las «Nanas de cebolla» de Miguel Hernández, sobre todo por su significado.

    La cebolla es escarcha
    cerrada y pobre.
    Escarcha de tus días
    y de mis noches.
    Hambre y cebolla,
    hielo negro y escarcha
    grande y redonda.

    En la cuna del hambre
    mi niño estaba.
    Con sangre de cebolla
    se amamantaba.
    Pero tu sangre,
    escarchada de azúcar,
    cebolla y hambre.
    …

    Se puede leer el poema completo en la siguiente dirección: http://www.tinet.cat/~elebro/poe/mher/nanas.html

    Merece la pena escuchar el poema cantado por Serrat : http://www.youtube.com/watch?v=Eed6g_9H6NQ&feature=related

  7. 8
    Eleni Arenaz Erburu el 23/03/2010 a las 09:50
    Responder

    Este poema, por su concisión filosófica, me parece interesante para ser disfrutado por todos los que lo lean y lo reflexionen en este blog original.
    Es de la premio Nobel polaca Wislawa Szymborska.

    » LAS TRES PALABRAS MAS EXTRAÑAS»

    Cuando pronuncio la palabra Futuro,
    la primera sílaba pertenece ya al pasado,
    cuando pronuncio la palabra Silencio,
    lo destruyo.
    Cuando pronuncio la palabra Nada,
    creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

  8. 9
    Jaime Nubiola el 22/03/2010 a las 19:13
    Responder

    Me quedo con los seis primeros versos de «Poética» del poeta cubano Heberto Padilla (1932–2000), publicado en «Fuera del juego», 1968.

    Di la verdad.
    Di, al menos, tu verdad.
    Y después
    deja que cualquier cosa ocurra:
    que te rompan la página querida,
    que te tumben a pedradas la puerta,
    (…)

  9. 10
    María el 22/03/2010 a las 17:47
    Responder

    No leo mucha poesía, pero este poema de Idea Vilariño me impresionó más de lo que puedo decir:

    SE ESTÁ SOLO
    Solo como un perro
    como un ciego un loco
    como una veleta girando en su palo
    solo solo solo
    como un perro muerto
    como un santo un casto
    como una violeta
    como una oficina de noche
    cerrada
    incomunicada
    no llegará nadie
    ya no vendrá nadie
    no pensarà nadie en su especie de muerte
    no llamará nadie
    nadie escucharía sus gritos de auxilio
    nadie nadie nadie
    no le importa a nadie.
    Como una oficina o un santo o un palo
    incomunicado
    solo como un nmuerto en su caja doble
    golpeando la tapa y aullando
    y en casa
    los deudos ingieren neurosom y tilo
    y por fin se acuestan
    y al otro la muerte le tapa la boca
    se calla y se muerte y le arrecia la noche
    solo como un muerto como un perro como
    como una veleta girando en su palo
    solo solo solo.

  10. 11
    Berta el 22/03/2010 a las 17:14
    Responder

    ¿Pueden ser dos (por no poner tres)?

    MIGUEL D’ORS

    De misterio

    ¿Quién soy?
    Ese intervalo de misterio
    entre la rosa ardiente que corto para ti
    y la rosa sombría que mi mano te tiende

    Es una cosa extraña

    Es una cosa extraña ser poeta,
    es una cosa extraña sentir la propia vida
    llena de muchedumbres,
    escuchar en el propio canto todos los cantos
    y cotidianamente
    morir un poco en todo lo que muere.

    Es una cosa extraña ser poeta;
    es sorprender al niño en los ojos del viejo,
    es oír los clamores del bosque en la semilla,
    adivinar que hay una primavera dormida
    bajo cada nevada,
    partir el pan y ver los segadores.

    Es una cosa extraña: ser poeta
    es convertirse en tierra para entender la lluvia,
    es convertirse en hoja para saber de otoños,
    es convertirse en muerto para aprender la ausencia

  11. 12
    LESEG el 22/03/2010 a las 13:34
    Responder

    Lo que te doy es nada:
    una sombra en la noche,
    una arena en la playa,
    una flor en el campo,
    una gota en el agua…
    Yo pongo lo que puedo,
    Tú dame lo que falta
    (Ernestina de Champourcín).

  12. 13
    Inma el 22/03/2010 a las 13:27
    Responder

    Me gustan los poemas de Machado y Bécquer, sin embargo me quedo con el Poema 15 de Pablo Neruda:

    Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
    y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
    Parece que los ojos se te hubieran volado
    y parece que un beso te cerrara la boca.
    .
    Como todas las cosas están llenas de mi alma
    emerges de las cosas, llena del alma mía.
    Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
    y te pareces a la palabra melancolía.
    .
    Me gustas cuando callas y estás como distante.
    Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
    Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
    Déjame que me calle con el silencio tuyo.
    .
    Déjame que te hable también con tu silencio
    claro como una lámpara, simple como un anillo.
    Eres como la noche, callada y constelada.
    Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
    .
    Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
    Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
    Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
    Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

  13. 14
    Una lectora de Leyendo... el 22/03/2010 a las 13:22
    Responder

    Mi poema favorito es este de Luis Cernuda:»Si el hombre pudiera decir lo que ama»

    […] «Tú justificas mi existencia:
    si no te conozco, no he vivido;
    si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.»

  14. 15
    Mayi el 22/03/2010 a las 13:21
    Responder

    A mi me gustan muchos (Machado, Miguel Hernández…) pero destaco El caracol aventurero de García Lorca

    Hay dulzura infantil
    en la mañana quieta.
    Los árboles extienden
    sus brazos a la tierra.
    Un vaho tembloroso
    cubre las sementeras,
    y las arañas tienden
    sus caminos de seda
    -rayas al cristal limpio
    del aire-.
    En la alameda
    un manantial recita
    su canto entre las hierbas.
    Y el caracol, pacífico
    burgués de la vereda,
    ignorado y humilde,
    el paisaje contempla.
    La divina quietud
    de la Naturaleza
    le dio valor y fe,
    y olvidando las penas
    de su hogar, deseó
    ver el fin de la senda.

    Echó a andar e internose
    en un bosque de yedras
    y de ortigas. En medio
    había dos ranas viejas
    que tomaban el sol,
    aburridas y enfermas.

    «Esos cantos modernos
    -murmuraba una de ellas-
    son inútiles». «Todos,
    amiga -le contesta
    la otra rana, que estaba
    herida y casi ciega-.
    Cuando joven creía
    que si al fin Dios oyera
    nuestro canto, tendría
    compasión. Y mi ciencia,
    pues ya he vivido mucho,
    hace que no lo crea.
    Yo ya no canto más…»

    Las dos ranas se quejan
    pidiendo una limosna
    a una ranita nueva
    que pasa presumida
    apartando las hierbas.

    Ante el bosque sombrío
    el caracol se aterra.
    Quiere gritar. No puede.
    Las ranas se le acercan.

    «¿Es una mariposa?»,
    dice la casi ciega.
    «Tiene dos cuernecitos
    -la otra rana contesta-.
    Es el caracol. ¿Vienes,
    caracol, de otras tierras?»

    «Vengo de mi casa y quiero
    volverme muy pronto a ella».
    «Es un bicho muy cobarde
    -exclama la rana ciega-.
    ¿No cantas nunca?» «No canto»,
    dice el caracol. «¿Ni rezas?»
    «Tampoco: nunca aprendí».
    «¿Ni crees en la vida eterna?»
    «¿Qué es eso?
    «Pues vivir siempre
    en el agua más serena,
    junto a una tierra florida
    que a un rico manjar sustenta».

    «Cuando niño a mí me dijo
    un día mi pobre abuela
    que al morirme yo me iría
    sobre las hojas más tiernas
    de los árboles más altos».

    «Una hereje era tu abuela.
    La verdad te la decimos
    nosotras. Creerás en ella»,
    dicen las ranas furiosas.

    «¿Por qué quise ver la senda?
    -gime el caracol-. Sí creo
    por siempre en la vida eterna
    que predicáis…»
    Las ranas,
    muy pensativas, se alejan.
    y el caracol, asustado,
    se va perdiendo en la selva.

    Las dos ranas mendigas
    como esfinges se quedan.
    Una de ellas pregunta:
    «¿Crees tú en la vida eterna?»
    «Yo no», dice muy triste
    la rana herida y ciega.
    «¿Por qué hemos dicho, entonces,
    al caracol que crea?»
    «Por qué… No sé por qué
    -dice la rana ciega-.
    Me lleno de emoción
    al sentir la firmeza
    con que llaman mis hijos
    a Dios desde la acequia…»

    El pobre caracol
    vuelve atrás. Ya en la senda
    un silencio ondulado
    mana de la alameda.
    Con un grupo de hormigas
    encarnadas se encuentra.
    Van muy alborotadas,
    arrastrando tras ellas
    a otra hormiga que tiene
    tronchadas las antenas.
    El caracol exclama:
    «Hormiguitas, paciencia.
    ¿Por qué así maltratáis
    a vuestra compañera?
    Contadme lo que ha hecho.
    Yo juzgaré en conciencia.
    Cuéntalo tú, hormiguita».

    La hormiga, medio muerta,
    dice muy tristemente:
    «Yo he visto las estrellas.»
    «¿Qué son las estrellas?», dicen
    las hormigas inquietas.
    Y el caracol pregunta
    pensativo: «¿Estrellas?»
    «Sí -repite la hormiga-,
    he visto las estrellas,
    subí al árbol más alto
    que tiene la alameda
    y vi miles de ojos
    dentro de mis tinieblas».
    El caracol pregunta:
    «¿Pero qué son las estrellas?»
    «Son luces que llevamos
    sobre nuestra cabeza».
    «Nosotras no las vemos»,
    las hormigas comentan.
    Y el caracol: «Mi vista
    sólo alcanza a las hierbas.»

    Las hormigas exclaman
    moviendo sus antenas:
    «Te mataremos; eres
    perezosa y perversa.
    El trabajo es tu ley.»

    «Yo he visto a las estrellas»,
    dice la hormiga herida.
    Y el caracol sentencia:
    «Dejadla que se vaya.
    seguid vuestras faenas.
    Es fácil que muy pronto
    ya rendida se muera».

    Por el aire dulzón
    ha cruzado una abeja.
    La hormiga, agonizando,
    huele la tarde inmensa,
    y dice: «Es la que viene
    a llevarme a una estrella».

    Las demás hormiguitas
    huyen al verla muerta.

    El caracol suspira
    y aturdido se aleja
    lleno de confusión
    por lo eterno. «La senda
    no tiene fin -exclama-.
    Acaso a las estrellas
    se llegue por aquí.
    Pero mi gran torpeza
    me impedirá llegar.
    No hay que pensar en ellas».

    Todo estaba brumoso
    de sol débil y niebla.
    Campanarios lejanos
    llaman gente a la iglesia,
    y el caracol, pacífico
    burgués de la vereda,
    aturdido e inquieto,
    el paisaje contempla.

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